Volcán Ijen
Hay lugares que dejan marca en el viajero, el Ijen es uno de ellos
Ascender el Ijen por la noche para contemplar el famoso Blue Fire era uno de nuestros mayores deseos en esta etapa del viaje. Sin ninguna duda, una gran experiencia que no puede perderse ningún viajero que llegue hasta estas tierras.
Meseta del Ijen
La meseta del Ijen es una extensa región volcánica de Java Oriental, incluye tres conos volcánicos, el Ijen, (2368 m), el Merapi (2800 m, no debe confundirse con el Merapi de Java Central) y el Rangung (3332 m). Se trata de una zona poco poblada, con malas vías de acceso y extensas plantaciones de café.
Cada vez llegan más viajeros hasta este lugar, y el motivo es para hacer trekking hasta el lago Kawah Ijen, en el cráter. De un increíble color azul turquesa, este lago se encuentra a 2148 m sobre el nivel del mar, rodeado de las abruptas paredes del volcán. De las orillas salen nubes de humo sulfuroso por lo que para bajar es obligatorio el uso de mascarillas.
El Ijen es un importante punto de recogida de azufre, numerosos mineros trabajan en duras condiciones para obtener un pequeño sueldo que les permita vivir. Las enormes piedras de azufre que cargan sobre sus hombros hacen que sus pasos sean tan lentos que apenas avancen.
La caldera del Kawah Ijen alberga un cráter de 1 km de ancho del que emanan constantemente gases sulfurosos. Por la noche los gases calientes emiten un resplandor azul, único de este lugar. Los gases que salen de entre las grietas del volcán a gran presión y temperatura, hasta 600ºC, al entrar en contacto con el aire, se inflaman y dan lugar a las llamas azuladas, conocidas como Blue Fire.
¿Cómo llegar hasta aquí?
Cuatro horas en coche separan el Bromo del Ijen. Se trata de una zona remota y por lo tanto difícil de llegar, tan solo es posible en vehículos privados, que bien se pueden contratar desde Probolingo o ya están incluidos en el paquete Bromo-Ijen, como fue en nuestro caso.
A primera hora de la mañana salimos dirección el Ijen, una parada para comer y llegamos a nuestro alojamiento sobre el medio día. Se trata de una zona realmente bonita, muy verde, con extensas plantaciones de café, y gracias a nuestro conductor descubrimos un rincón maravilloso, la gran cascada.
Trekking hacia el lago para observar el Blue Fire
El trekking hacia el Ijen comenzará a las 12 de la noche, hora en la que somos trasladados por el taxi hasta el punto de partida, el puesto de la PHKA, de Pos Paltuding. Empezar a esta hora permite llegar al borde del cráter de noche, y descender casi hasta el lago para poder observar el Blue Fire.
Los primeros 3 km desde el punto de partida son muy empinados, tratándose de la parte más dura de la ruta. Una vez superados, se llega hasta un puesto de observación con una casa de té donde se pueden alquilar máscaras para poder descender hasta el lago. Desde este punto, una media hora hasta llegar al borde del cráter.
Desde el borde del cráter, y por un empinado y pedregoso sendero, se baja hacia el lago y los depósitos de azufre. Una media hora de descenso y se puede observar el extraño fenómeno del Blue Fire.
Blue Fire en el Ijén. La dificultad para respirar cada vez es mayor según se desciende hacia el lago, es obligatorio el uso de mascarilla.
Si algo tenemos que decir de esta experiencia es que es increíble, desde principio a fin. El trekking nocturno, con la luna llena iluminándonos el camino, se convirtió en una de las marchas más placenteras que hemos realizado, aún tratándose de un importante ascenso y la dificultad que supone respirar en ciertos momentos por los gases.
El fenómeno del Blue Fire es algo único que hay que ver si se viaja por esta zona de Indonesia, merece la pena y mucho. Algo que puede contrarrestar la enorme emoción que se siente al estar en un lugar como es el Ijen, son las duras condiciones de trabajo a las que están sometidas los trabajadores. Las cargas de azufre transportadas en cestas sobre los hombros son inhumanas y en ocasiones producen deformaciones en el cuerpo de estos hombres.
Tras unas horas haciendo fotos comenzamos a subir por el mismo "camino" empedrado y pino, con el fin de ver el amanecer desde el borde del cráter.
Solo tuvimos que esperar un poco y la luz del día empezó a iluminar el lago azul turquesa, un paisaje espectacular.
La vuelta al punto de partida es un agradable paseo, pues todo el recorrido es descendente. Atrás dejamos uno de los más maravillosos lugares que hemos descubierto en nuestra vida viajera.