en busca de frailecillos
"Tesoros Alados de los Fiordos del Norte"
Según va pasando el tiempo y viajamos más y más, nos vamos dando cuenta que nuestros objetivos a fotografiar, se van complicando y cada vez es más difícil llegar a ellos.
En los asombrosos paisajes de Islandia, donde el hielo y el fuego se encuentran en una danza eterna, hay un pequeño y encantador pájaro que ha cautivado los corazones de locales y visitantes por igual: el frailecillo atlántico (Fratercula arctica). También conocido como "puffin" en inglés, este adorable ave marina es un verdadero tesoro alado que encuentra su hogar en los acantilados y fiordos del norte de Islandia.
Con su llamativo pico de colores brillantes, que cambia de tonalidad según la temporada, el frailecillo es fácilmente reconocible. Su apariencia, que parece ser un cruce entre un pingüino y un loro, le ha otorgado el apodo cariñoso de "payaso del mar".
Durante el verano, las colonias de frailecillos regresan a las costas de Islandia para anidar. Los acantilados de tierra suave son su elección predilecta para cavar sus nidos. Con una precisión asombrosa, estos pájaros excavan madrigueras en el suelo con sus afiladas uñas y picos. En estos lugares seguros, incuban sus huevos y cuidan a sus crías con esmero y dedicación.
El período estival es el mejor momento para observar y fotografiar a estas simpáticas aves. Durante esta temporada, los frailecillos se aventuran en busca de peces pequeños y plancton en las frías aguas del Atlántico norte. Con sus alas rápidas y patas naranjas palmeadas, son ágiles nadadores que pueden sumergirse a profundidades impresionantes en busca de alimento.
A medida que los días se acortan y el invierno se acerca, los frailecillos parten de vuelta hacia aguas más cálidas y profundas. Aunque son aves migratorias, los frailecillos siempre vuelven a Islandia, año tras año, para criar y reproducirse, formando un ciclo vital que ha perdurado durante generaciones.
No obstante, es importante mencionar que, a pesar de su encanto, los frailecillos enfrentan amenazas en la naturaleza. Cambios en las condiciones del océano, la contaminación, la pérdida de hábitat y la pesca excesiva pueden afectar negativamente sus poblaciones. Por esta razón, es crucial que los visitantes respeten los hábitats naturales de estas aves y tomen medidas para proteger su entorno marino.
en busca de frailecillos
Nuestro viaje a Islandia se corresponde con la mejor época de observación. Borgarfjördur Eystri, aparte de ser un nombre impronunciable es uno de los mejores lugares de Islandia para ver frailecillos, los cuales construyen sus nidos a tan solo unos metros de la plataforma de observación.
Borgarfjördur Eystri (Bakkagerdi) es el pueblo más septentrional de los fiordos, y probablemente unos de los rincones más preciosos que hemos visto en la isla. Algunas guías clasifican este lugar con una descripción muy peculiar: ”Lugar remoto, refugio de frailecillos y duendes”. Esto, da que pensar …
Nuestra ruta viene del sur y nos dirigimos hacia los fiordos orientales, concretamente hacia el noreste de la isla. Los paisajes durante este recorrido simplemente son espectaculares, la naturaleza extrema te inunda por momentos.
Durante todo nuestro recorrido utilizamos la carretera principal de la isla, la ring road, la cual es circular. Si es cierto que habíamos leído que en algunos lugares esta carretera dejaba de estar asfaltada, para convertirse en camino ... es aquí, durante la búsqueda de los frailecillos cuando descubrimos que era cierto. El último fiordo que recorremos es el Berufjördur, que en su mitad abandonamos para "acortar" por la (939) o ((1)) alternativa y que ellos ponen entre paréntesis.
A partir de aquí, empieza una fantástica pista. Los paisajes a pesar de todo y pensando que el coche te puede dejar tirado en cualquier kilómetro, debido a las pendientes con un desnivel nunca visto, y aún quedando mucho para llegar al objetivo …, te siguen dejando sobrecogido.
Una vez en Egilsstadir sólo quedan unos 70 km, por pista hasta llegar a nuestra meta final. Tras un tortuoso camino llegamos a Borgarfjördur Eystri, y a 5 km de la ermita se encuentra Hafnarhólmi, un pequeño puerto donde habita una enorme colonia de frailecillos. Es allí donde se encuentra la plataforma de observación de estas encantadoras criaturas.
Ahora tan solo nos queda disfrutar de estas maravillosas aves.
Los frailecillos son embajadores alados de la belleza natural de Islandia. Su presencia en los fiordos del norte agrega un toque de magia a este país ya de por sí mágico. Admirarlos en su entorno natural es una experiencia única y conmovedora, recordándonos la importancia de conservar y proteger la vida silvestre para las generaciones futuras.
Si tienes la oportunidad de visitar Islandia durante el verano, no te pierdas la oportunidad de encontrarte cara a cara con estos encantadores animalillos. Su presencia te dejará sin aliento, y es probable que te lleves contigo recuerdos inolvidables de la tierra del hielo y el fuego, acompañados por la imagen etérea y pintoresca de los frailecillos danzando en el viento.
