Lugares que descubrir en
Bosnia, Serbia y Bulgaria
en furgoneta
con cobertura COVID-19
“Carreteras que serpentean entre bosques de ensueño …”
Suena lejano, muy lejano … Bosnia, Serbia, Bulgaria … Unos países totalmente desconocidos para nosotros pero que ansiábamos por recorrer. Habíamos oido hablar maravillas de ellos, pero aún son pocos los que llegan hasta estos países de los Balcanes …
Tras varios días de viaje en furgoneta por Italia, Eslovenia y Croacia, y nuestro objetivo de llegar hasta Turquía, ponemos rumbo hacia este trio balcánico. Bosnia y Herzegovina será el primero que visitemos, pasando después a Serbia, y de ahí pasar a Bulgaria.
bosnia y herzegovina
Como ya contamos en el post "Ruta a Turquía en furgoneta", entramos a Bosnia por Gorica, y aunque a nosotros no nos pidieron la Carta Verde, hay que tenerla preparada porque lo más seguro es que haya que enseñarla. Un trato cordial en la aduana hizo que empezáramos bien la entrada en este país desconocido para nosotros. Hasta el momento habíamos recorrido Italia, Eslovenia y Croacia, países que ya habíamos visitado en otras ocasiones. ¡A partir de aquí venía lo desconocido!
Mostar fue la primera parada importante que hicimos en Bosnia, una ciudad cargada de historia, sentimientos y que aún es capaz de mostrar la parte más cruel de una guerra. Edificios totalmente destruidos por los bombardeos aún pueden verse en algunas partes de la ciudad … Pero, tan solo bastó un pequeño paseo nocturno para darnos cuenta de la belleza y el encanto que corren por las callejuelas de piedra de esta ciudad.
Encaramada en lo alto del valle del río Neretva, Mostar es una antigua ciudad fronteriza otomana que se desarrolló en los siglos XV y XVI. Famosa por sus antiguas casas turcas y el “Stari Most” o Puente Viejo. La mayor parte del centro histórico de la ciudad, así como el puente fueron destruidos durante el conflicto bélico, aunque gracias a la ayuda de la UNESCO, gran parte han sido reconstruidos.
Tras dormir aparcados en una calle cualquiera de Mostar, amanece un precioso día y continuamos ruta para descubrir un poco más de este país que tan buenas sensaciones nos dá. Comenzamos a recorrer sus carreteras, nos adentramos entre montañas … los colores del otoño aquí también son patentes, aunque quizás, en esta parte del país un poco menos que en Croacia.
Curvas, montañas, bosques … Bosnia nos enamora más y mas a cada paso que damos. Nos dejamos perder por esta parte del país … Vamos dirección Sarajevo, sin prisa pero sin pausa … Cada curva nos muestra un pico diferente, incluso su fauna más esquiva se deja ver entre los árboles …
Nos adentramos por una estrecha pista intentando descubrir más de cerca estos bosques que tan enamorados nos tienen … Verdes, ocres, naranjas, rojos, amarillos … El otoño aquí está de fiesta y ¡nosotros somos unos invitados privilegiados!
Dejamos esta parte para dirigirnos hacia la capital del país, Sarajevo. Habíamos leído que en las fachadas de sus edificios aún se pueden ver los agujeros que dejaron las balas de la guerra … ¿será verdad? … Pues sí, lo es …
Sarajevo es una de esas capitales que el turista aún mira con recelo, aunque sus ansias para que esto cambie están muy presentes. Una ciudad emplazada en un valle de la región de Bosnia, rodeada de los Alpes Dináricos y en torno al río Miljacka. El centro de la ciudad se encuentra a 511 metros sobre el nivel del mar mientras que algunos de sus barrios alcanzan los 700 metros, lo que hace que Sarajevo sea una de las ciudades a más altura de Europa.
Dejarse perder por las callejuelas del centro histórico de Sarajevo es la mejor forma de conocer la ciudad y comprender un poco más de su historia y su actualidad. Si tuviéramos que recomendar un lugar de esta capital europea sería su bazar central o Baščaršija. Los otomanos tuvieron un papel decisivo en la construcción y desarrollo de la ciudad, un legado que aún sigue presente en los mercados y bazares, las mezquitas, el café o la shisha. Antigüedades, artículos de regalo, restos de la guerra como cascos, balas, molinillos de café … y muchos más objetos se pueden encontrar en este pequeño laberinto de callejuelas repletas de turistas deseosos de llevarse algún que otro recuerdo.
Tras una noche en Sarajevo, y tras un intento fallido de visitar el “Túnel de la Esperanza”, seguimos recorriendo las carreteras vestidas de otoño …
serbia
La siguiente aduana que nos recibe es la de Serbia, y aunque con un carácter más “serio” el del personal, estamos dispuestos a disfrutar al máximo este segundo país de los Balcanes.
Aunque no queríamos hacer caso del pronostico del tiempo, amanece lloviendo … Teníamos marcados puntos increíbles que posiblemente con la lluvia serían imposibles de llegar …
En Serbia las carreteras son perfectas para disfrutar del viaje, estrechas, lentas … Los bosques son el principal protagonista junto con sus montañas o bajos montes … Las paradas pueden ser infinitas, pues a cada paso que damos el paisaje se magnifica …
Tras unas horas de carretera y viendo que el tiempo no mejora lo más mínimo nos dedicamos a visitar el Monasterio de Studenica (entrada gratuita).
Fundado por Stevan Nemanja, creador del Estado serbio medieval y hacia finales del siglo XII, Studenica es el más vasto y rico de los monasterios ortodoxos de Serbia. Sus dos monumentos principales, la Iglesia de la Virgen y la del Rey, construidas en mármol blanco, albergan un auténtico museo de la pintura bizantina.
Tras hacer noche en una céntrica plaza de un pequeño pueblo serbio, ponemos tumbo hacia el Devil’s Town (350 dinares/persona, no admiten euros ni pagos con tarjeta). Se trata de un conjunto de formaciones rocosas en forma de chimeneas que forman un lugar perfecto para disfrutar de la naturaleza y hacer senderismo.
Para llegar a ellas hay que hacer una pequeña ruta atravesando un bonito bosque. Después un conjunto de pasarelas de madera nos darán la bienvenida para acercarnos más a estas formaciones y así poder disfrutar de ellas.
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Disfrutamos del día pero seguimos ruta dirección Bulgaria, y más concretamente hacia su capital, Sofia.
bulgaria
Si había algo que teníamos claro de Bulgaria es que queríamos visitar el Monasterio de Rila. Llegamos a él a través de una carretera conquistada por bosques, una carretera en donde en algunos momentos era imposible ver el cielo debido al denso follaje de los árboles.
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El Monasterio se encuentra inmerso en el Parque Natural del Monasterio de Rila, uno de los mayores parques naturales del país. Incluye bosques, prados de montaña, zonas alpinas y 28 lagos glaciares.
Arropado por los bosques de valle de Rila, y a unos 120 km de la capital, Sofia, el Monasterio de Rila es una auténtico regalo para la vista.
En su centro se encuentra la iglesia de la Natividad de la Virgen María, con sus cinco cúpulas, tres altares y dos capillas laterales. La fachada llama la atención por sus franjas de colores, pero lo que realmente deja con la boca abierta so los frescos que se encuentran en su galería. Se trata de una obra de algunos de los artistas religiosos más reputados del siglo XIX, y narran en vivas tonalidades numerosos pasajes bíblicos. Pero si la galería es impresionante, el interior del templo es una auténtica maravilla … A los ojos les cuesta unos segundos adaptarse a la penumbra, pero rápidamente podremos contemplar unos rayos de luz que entran por las vidrieras e iluminan la gran lámpara central, joya indiscutible de esta iglesia.
Tras tachar otro item de nuestra lista viajera, volvemos a la carretera para seguir disfrutando nuestra corta visita por este país. Haremos noche en un pequeño pueblo a unas decenas de kilómetros con la frontera turca.
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